Es lo que me han recomendado todos antes de ir a Nueva York. Y, en parte es verdad. Dando una vuelta por las tiendas de electrónica de la Gran Manzana te encuentras precios increí­bles.

Por ejemplo, mi colega (a la par que amigo) íngel Jiménez de Luí­s (del gadgetoblog) se encontró una Nintendo DS por 137 dólares (impuestos incluidos). Al cambio, poco más 108 euros. En España te cobran sin ningún rubor los 150. También descubrió un iPod Nano negro de Apple de 8 GB que se vendí­a por 209 euros (también con los impuestos incluidos). Un equipo que aquí­ lo encuentras por 250 euros menos uno (eso loasen para que parezca más barato).

La cosa está clara. A pesar de que allí­ las cosas también las traen de las fábricas chinas, la competencia que hay en Norteamérica dispara los mecanismos del mercado. Venden muchos equipos y tienen que venderlos algo más baratos que en Europa si quieren tener éxito frente a sus aguerridos competidores. Además, está el hecho de que por un euro nos dan 1,266 dólares.

El problema para el viajero con ganas de comprar es el de siempre. Las garantí­as europeas no siempre cubren a los equipos comprados en otro continente. Además, los estándares o las fuentes de alimentación en algunas ocasiones no son compatibles del todo”¦

Teniendo en cuenta que en Estados Unidos se come muy bien y barato y teniendo en cuenta lo anterior ¿Por qué no quedarnos a vivir allí­? La respuesta es sencilla. Además de los innumerables problemas de inmigración, en la Gran Manzana hace mucho frí­o en invierno. Un frí­o que pela: llegan a picos de 10 grados bajo cero con mucha humedad.

Además, alquilar un apartamento de 40 metros cuadrados en Manhattan cuesta cada mes 3.000 dólares. Y, si cogemos una habitación en un piso compartido, tendremos que pagar la bonita cifra de 1.000 dólares mensuales. Como no conseguiremos que la seguridad social nos atienda gratis, tendremos que contratar un seguro privado que cuesta 300 dólares al mes. Además, por supuesto de pagarnos las medicinas cuando nos pongamos malitos.

Eso sí­. Incluso, aunque tengamos cubierto el servicio médico, tendremos que rezar para que nos toque un profesional decente. Una compañera que vive en Nueva York tuvo que volverse a España para que le resolvieran un problemilla que tuvo con una bacteria resistente. Una bacteria que no detectaron los médicos americanos y sí­ los españoles. Hay que puntualizar que, en el seguro médico privado no se incluí­an los servicios casi milagrosos del doctor House y sus muchachos. Ya se sabe, a los hispanos que los atienda el médico nuevo.

Por cierto. La foto, aunque parece hecha en una ciudad perdida del tercer mundo, la saqué en Manhattan desde la ventanilla de un taxi neoyorkino. Estados Unidos es un paí­s de contrastes

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