En Estados Unidos, concretamente  en el estado de Florida, (que por cierto tienen de gobernador a Jeb Bush, el «hermaní­simo»), están empezando a probar un sistema biométrico de pago. El asunto consiste en pagar con la yema del dedo en vez de con la tradicional tarjeta de crédito.

Para ello, previamente hay que registrarse en una base de datos de huellas dactilares, para que luego coincida cuando compras la leche y los macarrones en el supermercado.

La publicidad que hace la empresa que lo está comercializando, llamada Pay by Touch, hace hincapié en lo sencillo, rápido y fiable que resulta el método. Lo que no dice es que además de plantar el dedo en el cacharrito, hay que introducir una clave personal (el PIN de toda la vida) y elegir la forma de pago.

Sencillo, sencillo, pues no es mucho. Primero hay que registrarse, vamos, que hay que ir con tu propio cuerpo a sus oficinas para que «te conozcan», aparte de recordar el numerito de marras. Fiable, fiable, pues tampoco. ¿Quién maneja esa base de datos y qué uso hace de ella? Por último, rápido, lo que se dice rápido en absoluto. Quí­tate el guante en invierno, deja las llaves del coche y el móvil encima de la caja, planta el dedo y a esperar que la máquina diga que el dedo es tuyo…

Por mi parte, y por ahora, prefiero esperar y seguir pagando con la tarjeta de toda la vida, esperando que mejoren un poquito el sistema.

Además, quién me dice que mi huella no se parece a la de cualquier terrorista, real o imaginario, que eso es lo de menos, y a la salida del super no tengo a la DEA, al FBI, a la CIA, a los SWAT y a Condoleezza Rice acusándome de antiamericano y acabando en Guantánamo…

Pago biométrico – Pay by Touch

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