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Tras un perí­odo en barbecho, la experiencia de visualizar pelí­culas en tres dimensiones vuelve con fuerza a los cines. El estreno de Avatar, el último film de James Cameron es el ejemplo más reciente. El 3D, en el que muchos exibidores depositan bastantes esperanzas, ha propiciado que las empresas se hayan embarcado en una competición feroz por hacerse con el control del mercado de las gafas virtuales.

El accesorio de moda es ahora objeto de gran interés . No es de extrañar, puesto que su adquisición conlleva que las salas contraten también el sistema de proyección del fabricante.  Las principales compañí­as en liza son RealD, MasterImage 3D, Dolby Laboratories y XpanD.

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La práctica totalidad de las gafas virtuales se basa en los mismos principios, aunque las firmas buscan que su producto se diferencie del resto de propuestas. Para crear la ilusión óptica de las tres dimensiones donde sólo hay dos, se emplean una lente roja y otra azul, o bien filtros polarizados. Ambos tipos consiguen igual efecto. Cada ojo percibe una «capa» diferente de la pelí­cula,  pero el cerebro las une y las dota de profundidad.

La empresa lí­der es RealD. Durante el primer fin de semana del estreno de Avatar distribuyó cerca de cuatro millones de gafas en Estados Unidos con un precio de 65 centavos, unos 46 céntimos de euro al cambio actual. El sistema que utiliza RealD es el de lentes polarizadas, al igual que su rival MasterImage3D. Por su parte, Dolby Laboratories, especializada en técnicas de audio y la principal proveedora de sistemas de sonido en cines de todo el mundo, también se ha querido apuntar al 3D. Sus gafas, a diferencia de las de RealD y MasterImage3D, usan cristales que filtran las frecuencias de rojo, verde y azul. Su coste es 28 dólares, unos 19,6 euros. XpanD en cambio equipa las suyas con baterí­as y pantallas de LCD que se cierran y abren de forma alterna para crear la ilusión de las tres dimensiones. Valen nada menos que 50 dólares, 35 euros aproximados. A pesar de las diferencias entre unos y otros modelos, varios miembros de la industria cinematográfica concluyen en que es probable que los clientes no noten ninguna diferencia.

La cuestión es que cada gafa requiere de su propio sistema de proyección. Así­ que la que sirve en una determinada sala, resulta inútil en otra. De ahí­ la lucha que se ha planteado entre las diferentes compañí­as por imponerse. Según RealD, ha logrado instalarse en 5.000 salas, mientras que Dolby afirma estar presente en 2.200 y XpanD en 2.000. La compañí­a elegida por la productora de Avatar fue RealD, debido a su mayor expansión. El cotilleo es que, no obstante, Cameron, su esposa y el socio de producción lucieron unas flamantes gafas de XpanD en el estreno en Japón.

Una cuestión curiosa relacionada con el negocio de las tres dimensiones en las salas de cine es la de la higiene. Dolby y XpanD, fabricantes de gafas costosas, abogan porque los dueños de las salas pongan máquinas de limpieza. También deben vigilar que no sean «sustraí­das» tras el pase de la pelí­cula mediante chips y sensores en las salidas. XpanD además ofrece a sus socios toallitas higienizantes para que las distribuyan entre los espectadores. RealD, al fabricar modelos desechables no cuenta con ese problema y ha comenzado a distribuir gafas en tamaño infantil además de las estándar. Maria Costeira, responsable principal de XpanD, considera que en un futuro no muy lejano los diseños personalizados y elegantes de gafas para utilizar en casa, con televisores de alta definición y videojuegos, será un hecho. De paso, declara que las lentes 3D serán «el nuevo iPod». Ya se verá cuál será la tendencia con el paso del tiempo, que es el factor que en última instancia da o quita la razón.

Ví­a: New York Times

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