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Estamos en Viena, antiguo barrio industrial de Simmering. Al horizonte se vislumbran cuatro antiguos gasómetros fechados en 1896, justo cuando la ciudad decidió invertir fuertemente en gas y electricidad. Se trataba de la planta de gas más grande de Europa: cuatro gasómetros y 500 kilómetros de lí­neas de gas, cuya estructura parece más fuerte que el edificio de seis plantas del terremoto simulado.


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Una vez se cerró la planta en 1984, estos cuatro cilindros gigantes fueron escenario de una pelí­cula de James Bond y a dí­a de hoy, se han llegado a convertir en un complejo residencial y comercial que luce como un atractivo más de la ciudad de Viena.

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Cada uno de ellos mide 90.000 metros cúbicos y está rodeado por una fachada de ladrillo rojo que alcanza los 70 metros de altura y 60 metros de diámetro. Para hacernos una idea, los expertos cuentan que en su interior cabe una noria con toda su magnitud. Aunque los tanques en cuestión fueron destruidos, las paredes se encuentran en perfecto estado de conservación. Es por eso que allí­ se han ubicado algunos apartamentos residenciales, tiendas y restaurantes, como alternativa al ocio y al turismo vienés.

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En cifras, estamos hablando de 70 tiendas, restaurantes, bares y cafés, un multicine de 12 salas, un auditorio para 4.200 personas, una guarderí­a, el Archivo Nacional de Viena, 11.000 metros cuadrados de oficinas, 615 apartamentos y 230 habitaciones para estudiantes. Es así­ como los antiguos gasómetros de Viena se han convertido en uno de los principales sitios de ocio de la ciudad, sí­mbolo histórico de su revolución industrial.

Ví­a: Twistedsifter

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