facebook

Facebook es una de las redes sociales con más movimiento del globo. No en vano, la visitan 110 millones de usuarios. Un sitio muy útil si quieres recuperar a tus amigos de la infancia o antiguos compañeros de trabajo. Sí­, aquellos con los que un dí­a dejaste de tener cosas en común. Esto es lo que le sucedió a Hal Niedzviecki, un escritor residente en Toronto. En su red de contactos de Facebook llegó a sumar más de 700 amigos o conocidos. Al alcanzar esta cifra, decidió convocar una fiesta en su casa para todos ellos. Quizás por aquello de demostrarse a sí­ mismo si era capaz de juntar a tanta gente en casa.

Así­ que, aprovechando la opción que da Facebook de montar un evento, envió la invitación a la fiesta a sus 700 contactos. Cada uno de ellos, al recibirla, podí­a contestar varias cosas: «Asistiré«, «Tal vez asista» o «No asistiré«. Bueno, también hay una cuarta opción que es directamente ignorar la invitación. Pero quizás esto es más descortés.

Pues bien, pasado un tiempo el recuento fue el siguiente. Quince personas habí­an confirmado su asistencia, mientras que otras 60 contestaron que «a lo mejor sí­». Unos cuantos centenares dijeron directamente que no. Y el resto pasó de contestar. Bueno, debió pensar Hal, con que finalmente vengan 20 personas, más que suficiente. Pues a comprar cervezas y panchitos para todo el mundo.

Y llegó el dí­a de la fiesta. Todo preparado. Las luces, los vasos, la música, la alfombra del salón quitada. Una ducha, pantalones nuevos y calzoncillos limpios. Llega la hora anunciada y nada. Pasan los minutos y nada. A esperar. Y esperar. Hasta que por fin llega ¡¡¡una persona!! Ese es el balance de la fiesta. Una Invitada, Paula, una chica con la que se habí­a hecho «amigo» gracias a otro contacto en común. La verdad es que ni tan siquiera se conocí­an, pero engrosaba como los demás, su grandiosa lista de contactos. Y eso era bueno. O aparentemente. Espera que esperarás, y con la esperanza puesta en el timbre de su casa, acabaron por quedarse solos y culminaron en una simple charla informarl lo que iba a ser una fiesta multitudinaria. Justo todo lo contrario de lo que pasó en la fiesta marbellí­

Son los reveses de la web social. Y es que Facebook, como la vida misma, no es el paraí­so de la amistad. Por mucho que uno se empeñe en lucir un número de contactos gigantesco, por mucho que uno se dedique a sumar conocidos y conocidos de conocidos, el amigo seguirá siendo el que se cultiva. El que se gana a pulso. De ratón o de abrazo. Pero con esfuerzo. Hasta en Facebook.

Fotos de: loveforphotography y Kriz Dux / Ví­a: NYTimes

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