Es de la marca Vertu y se vende por 44.000 dólares americanos. Basta darse una vuelta por la tienda Nokia de la 5ª avenida en Nueva York para verlo. Sí­, sí­. Y ese es su precio. No ha sido un error tipográfico. ¡¡¡SE VENDE POR 44.000 DÓLARES!!! Al cambio, unos 34.755 euros. Casi 5.800.000 de las antiguas pesetas. Y todo, por un móvil. Un móvil que existe de verdad. De hecho, hace un par de dí­as yo lo tuve en mis manos.

Y la pregunta obligada es: ¿qué tiene este teléfono para que cueste tanto? La respuesta que darí­an los chicos de Vertu es que cada uno de sus teléfonos es una obra de arte cargada de tecnologí­a. Un invento exclusivo y personalizado.

Las 404 piezas que componen cada móvil Vertu se someten a un examen riguroso de 96 pruebas, antes de ver la luz. Cada pieza se fabrica de forma artesanal. Por ejemplo, el auricular está cubierto con cerámica de zirconio. Un material desarrollado para la construcción de naves espaciales. Está cocido al horno y pasa por un proceso térmico llamado sinterización que reduce la cerámica en un 20%. Después de esto, se somete a una sesión de pulido que dura dos dí­as y se coloca en una cámara de vací­o. Mediante un proceso de separación fí­sica con vapor, se graba en su superficie el logotipo con láser. Un proceso sofisticado que asegura que el logo no perderá lustre con el paso del tiempo (parece que cuidan todos los detalles)

Otro ejemplo: para crear el protector translúcido de la pantalla han desarrollado un cristal de zafiro resistente a los arañazos. En cada modelo se usan 69.25 quilates de cristal zafiro.

En cuanto a las pruebas, cada tecla se somete a un control de calidad exhaustivo consistente en pulsarla 36 millones de veces. El equivalente a hacer 20 llamadas al dí­a durante 25 años.

Mucha tecnologí­a, mucha. Y también mucho lujo. Pero”¦ ¿Eso justifica el precio de 44.000 dólares? Hace un par de semanas me alojé (por accidente) en el hotel Fairmont de Monte Carlo. Y me refiero al famoso hotel de la curva de Fórmula 1. El que antes se llamaba Gran Hotel o algo así­.

El caso es que, en esos dí­as y en ese hotel, descubrí­ a un tipo llamando desde su Vertu con toda naturalidad. Un tipo que estoy seguro que sentí­a que ese era su teléfono móvil. Para el no tení­a sentido usar otro móvil”¦ Lo que no sabéis es que, ese tipo también tení­a un lujoso “barquito” varado en el Club de yates de Mónaco, una mansión en la costa azul francesa y varias fábricas de “dios sabe qu锝 en China. Unas fábricas donde los trabajadores pasan entre diez y doce horas en la lí­nea de montaje por el equivalente a 75 euros mensuales.

¿Qué si está justificado que ese teléfono se venda por 44.000 dólares? La respuesta es sencilla. Basta ir a la fábrica y preguntárselo a alguno de esos chinos.

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