A veces no hacen falta complicados métodos ni programas nuevos para proteger nuestros documentos. Los ficheros de Word, por ejemplo, se pueden mantener alejados de miradas indiscretas poniéndoles un acceso por contraseña.

Quizás a alguno le suene esto complicado o avanzado. Nada más lejos de la realidad. Es muy fácil de poner en marcha esta medida de protección tan útil y práctica. Sólo hay que seguir dos pasos sencillos:

1) Una vez abierto el documento de Word, seleccionamos el menú Herramientas en la parte superior de la ventana. Dentro de este menú, elegimos Opciones. Aparecen numerosos apartados y caracterí­sticas de Word. En este caso, sólo nos interesa la pestaña con el tí­tulo Seguridad.

2) El primer apartado de esta sección recoge la opción Contraseña de apertura. Aquí­ es donde tenemos que escribir la clave elegida. Al rellenar este recuadro y pulsar sobre Aceptar, el programa nos pedirá que volvamos a escribir la contraseña. Un trámite que Word realiza por seguridad. Así­ nos aseguramos de haberla escrito correctamente. Al elegir la contraseña debemos tener en cuenta que el programa distingue las letras escritas en mayúsculas o minúsculas.

Una vez guardado el documento, necesitaremos conocer la contraseña para poder abrirlo. Si no la introducimos, Word no nos dejará acceder a su contenido.

Antes de que alguien lo advierta en los comentarios, aclaramos que no se trata de un método de seguridad infalible. De hecho, hay formas para romper esta protección. Pero, sin duda, ofrece alguna garantí­a básica para usuarios no avanzados. Y un impedimento para ojos indiscretos.

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