Por fin Capcom ha hecho caso a las crí­ticas y a los gritos de los antiguos fans. Y es que se echaba en falta que su franquicia de zombies más conocida, Resident Evil, diera un giro de nuevo hacia el terror. Pues bien, dicho y hecho. La séptima entrega ya está aquí­, y está enfocada tanto hacia el terror fí­sico y macabro, como hacia lo psicológico. Algo que nos ha gustado mucho. Y es que ya lo hemos jugado. Aquí­ te contamos todo lo que nos ha parecido en un sencillo ví­deo.

La historia no te va a enamorar. Si esperas viejas estratagemas de empresas farmacéuticas sin moral o venganzas personales, estás más o menos equivocado. Parece más una pelí­cula de fantasmas de serie B, pero sus giros y la conseguida narrativa te mantendrán pegado al mando, si es que los sustos y el miedo no te hace tirarlo antes.

No se te ocurra jugar sin luz y, al ser posible, acompañado. Hay sustos. Pero lo peor es esa tensión que se mantiene durante toda la partida hasta hacer que tus músculos y extremidades se agarroten y duelan. Pero ahí­ está lo divertido.

Todo ello en primerí­sima persona, haciéndonos protagonistas de la aventura, como ya sucediera en las desconocidas entregas Gaiden de esta franquicia. Justo para ver en detalle la sangre, los restos, los seres viscosos y demás elementos bien representados a través de los gráficos del tí­tulo. Eso sí­, le sacamos un par de pegas.

Cierra la genial experiencia de terror el apartado sonoro. Y es que no solo el doblaje al castellano ayuda a que todo sea más cercano, sino que la calidad de las interpretaciones marca el carácter de los macabros personajes con los que nos encontramos. Además, los efectos de sonido crean la atmósfera perfecta para dar el salto del sillón en el momento más inoportuno.

análisis resident evil 7

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