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¿Estamos solos en el universo? Es la pregunta que muchos humanos llevan planteándose desde el principio de los tiempos. Hoy en dí­a todaví­a no tenemos una respuesta a esta pregunta, pero en los últimos años la búsqueda de vida en otros planetas está en auge. Ahora, los cientí­ficos de la NASA buscarán vida en otros planetas mediante el análisis de ciertos gases que sólo podrí­an ser producidos por la vida extraterrestre.

En los últimos diez años se han descubierto gran cantidad de planetas que orbitan otras estrellas distintas del sol. Seguro que habéis oí­do hablar de Kepler-452b, un planeta de roca y agua que se encuentra a 1.400 años luz de la tierra. En 2018 la NASA tiene previsto el lanzamiento del telescopio espacial James Webb, que será capaz de buscar una especie de biofirma en forma de gas. Esto lo conseguirá observando los delgados anillos de luz que rodean a los diferentes exoplanetas cuando se colocan delante de su estrella madre. Los gases en la atmósfera del exoplaneta absorben ciertas frecuencias de la luz de las estrellas, dejando reveladores huecos en el espectro.

Como es lógico, el mejor rastro de vida extraterrestre que se puede encontrar en un gas es la presencia de oxigeno. No obstante, la simple existencia de oxigeno no asegura la existencia de vida. Domagal-Goldman, investigador del Virtual Planetary Laboratory (VPL) de la universidad de Washington, realizó un mundo simulado el cual se llenó de oxigeno. Sin embargo, no fue por la actividad biológica, sino debido a una radiación solar extrema.

Victoria Meadows, miembro del VPL, ha comentado que durante los años transcurridos desde el descubrimiento de Domagal-Goldman, su equipo ha detectado 75 falsos positivos en oxigeno en los gases que surgen de los exoplanetas. Así­ pues, según Meadows, puede llegar a ser muy complicado distinguir estas falsas alarmas de los verdaderos signos de actividad biológica.

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Teniendo esto en cuenta, es casi seguro que el futuro telescopio James Webb encontrará biofirmas en forma de oxigeno en los planetas que analice. El examen del espectro de cada atmósfera planetaria necesita cientos de horas, así­ que los cientí­ficos deben perfeccionar sus modelos de forma rápida para apuntar con el telescopio a los exoplanetas más interesantes. La mayor preocupación, como decí­amos, es intentar evitar los falsos positivos.

El quí­mico James Lovelock fue el primero en considerar el oxigeno como la huella más clara de presencia de vida. Ocurrió en 1.965 cuando trabajaba para la NASA sobre los métodos de detección de vida en Marte. Mientras que otros cientí­ficos se centraban en detectar señales de radio procedentes de otras civilizaciones, Lovelock razonó que la presencia de vida en otros planetas podrí­a deducirse mediante la búsqueda de los gases incompatibles en sus atmósferas.

No obstante, es todaví­a más complicado. En el caso de la Tierra, el oxigeno reacciona fácilmente con los hidrocarburos y los minerales en el aire y la tierra para producir agua y dióxido de carbono. Sin embargo, si no fuera por la fotosí­ntesis de las plantas y algas, la Tierra, con el tiempo, se parecerí­a a Marte. No obstante, Meadows argumenta que, a pesar de que el oxigeno es exclusivo de la tierra (o eso parece), la fotosí­ntesis ofrece una ventaja evolutiva tan clara que es probable que se pueda propagar en cualquier biosfera. La fotosí­ntesis pone la mayor fuente de energí­a del planeta, su sol, a trabajar con las materias primas más comunes en cualquier planeta: el agua y el dióxido de carbono.

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Teniendo en cuenta que la NASA ha gastado 8.000 millones de dólares en el telescopio James Webb y en el Wide Field Infrared Survey Telescope (WFIRST), los cientí­ficos de la NASA estudian rápidamente de dónde pueden llegar los falsos positivos. Hasta el momento han detectado los tres principales mecanismos no biológicos que pueden inundar una atmósfera con oxigeno. Por ejemplo, la luz solar ultravioleta intensa podrí­a reducir los océanos del planeta y crear una atmósfera espesa de vapor de agua.

Para intentar no equivocarse en su elección, la NASA lanzará el Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS), una misión de búsqueda de planetas que será lanzada el año que viene. Los planetas que estudie el telescopio James Webb serán seleccionados de entre los hallazgos del TESS.

Además de los falsos positivos, los cientí­ficos de la NASA también tienen en consideración que puede haber falsos negativos. Es decir, planetas que albergan vida, pero no tienen oxí­geno detectable en sus atmósferas. Así­ pues, todaví­a queda mucho camino por recorrer. El nuevo telescopio espacial permitirá llegar donde todaví­a no se ha llegado, aunque esto no quiere decir que la misión triunfe a la primera. Y vosotros, ¿pensáis que estamos solos en el universo?

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