Google uProxy

Google aprovechó el evento Google Ideas Summit en Nueva York para presentar uProxy, una extensión para Chrome y Firefox que permitirá que un usuario de Internet de un paí­s donde el tráfico se filtra y que no puede acceder a los contenidos que su gobierno no quiere que vea, pueda navegar sin cortapisas. La extensión uProxy permitirá que dos personas, que se conocen previamente y ya están en contacto por algún medio (email, Facebook o chat), compartan su conexión empleando un sistema P2P.

Actualmente está en desarrollo y Google todaví­a no ha hecho público el código, pero planea hacerlo en cuanto estén convencidos de que el producto es seguro, fácil de usar y funciona tal y como les gustarí­a. Este tipo de software existe ya, como las Redes Privadas Virtuales (VPN), pero es bastante complejo de usar y no está al alcance de la mayorí­a de usuarios. Además, Google uProxy no necesitará un servidor centralizado, como sí­ requieren las VPN. Eso sí­, es importante entender que el tráfico de datos no está encriptado con uProxy. Sólo sirve para que, si alguien vigila la conexión, no se sepa a dónde se conecta el usuario, pero si se busca privacidad absoluta, la solución pasa por emplear otros sistemas como Tor.

Las primeras reacciones al anuncio han sido muy positivas. Dado el ambiente tan enrarecido que se vive ahora respecto a la privacidad en la web, el que el código de las nuevas herramientas de seguridad sea conocido y revisado por expertos de todo el mundo es una garantí­a. Así­ se podrá comprobar su seguridad y estar seguros de que no tiene puertas traseras «a sugerencia» de la agencia de seguridad interesada.

Cuando Google termine todas las pruebas de seguridad que están haciendo, ha dicho que le proporcionará el código a organizaciones de defensa de la libertad en Internet como OpenITP para que revisen el código fuente y, entonces, también lo hará público para todo el mundo.

Las herramientas de seguridad aceptadas por los gobiernos tradicionalmente lo han sido bajo el sistema de «seguridad a través de la oscuridad», esto es, que eran seguras por secretas. Mientras que los activistas de la libertad en Internet siempre abogan por lo contrario «seguridad gracias al conocimiento», las cosas son seguras porque todo el mundo puede ver cómo están hechas por dentro y esa revisión de miles de pares de ojos expertos es la que garantiza que está bien hecho y que no contiene puertas traseras.

Habí­a quienes pensaban que en Internet no regí­an las mismas leyes que en el mundo fí­sico, y que en la red no se darí­an los mismos comportamientos que nos parecen mal en el llamado mundo real. Pues visto lo visto, se equivocaban. Estos últimos meses y años hemos conocido cómo se espí­an los gobiernos gracias a Wikileaks. Hemos sabido que las agencias de espionaje de los EE.UU. han hecho todo lo que han podido para interceptar comunicaciones, teóricamente seguras, y legalmente privadas, entre particulares. Y un tal Snowden nos ha contado los detalles más espeluznantes de todo esto. Ahora la sensación que tienen muchos usuarios de Internet, y me encuentro entre ellos, es que no hay rincón seguro.
La sede de Google

Los gigantes de Internet parece ser que han colaborado en parte con el gobierno norteamericano para facilitarles el acceso a sus comunicaciones. Desde luego, estos se encuentran en una posición complicada. Con la ley en la mano, las agencias federales han insistido, y mucho, frente a los proveedores de servicios seguros como Lavabit para «abrirles paso» y dejar que accedieran al contenido protegido. Parece ser que tení­an una orden para ello, pero donde el responsable de Lavabit sólo les querí­a dar acceso a esa cuenta, y en condiciones muy controladas, las agencias de inteligencia querí­an la llave maestra del servicio. Además, estas iniciativas de investigación se perciben, desde los EE.UU., como parte de la lucha contra el terrorismo, por lo que no es nada fácil «venderle» a la opinión pública de allí­ que es mejor que las agencias de inteligencia no entren a fisgar. Se percibe como una postura muy hostil contra la correcta, la de defender la seguridad del paí­s.

Fuera de los EE.UU., sobre todo en Europa, la foto es precisamente la inversa. «»¿Quiénes se creen que son las agencias de inteligencia norteamericanas para conocer lo que escribo o hago en la red?»» dicen las voces más crí­ticas en Europa. Y los grandes como Google tienen que nadar entre dos o más aguas. Tienen que colaborar en los EE.UU., parecer que no lo hacen en Europa y, en ocasiones, plegarse a los deseos de información de gobiernos no democráticos en paí­ses como China.

Y esta mala conciencia es la que, quizás, explica iniciativas como la de Google uProxy, que parecen hechas a medida para «lavar» su imagen ante el mundo y ponerle del lado de los activistas en pro de la libertad individual y los derechos humanos. Es más, la letra pequeña de esta iniciativa parece hecha a medida casi hasta para sacar buena nota en este aspecto. En esta ocasión Google se puede anotar unos cuantos puntos, veremos cómo sigue la historia.

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