No es la primera vez que la industria de los contenidos, en sus diversas facetas, alquila firmas de abogados para que hagan el trabajo sucio. La moda en Europa parece ser realizar envíos masivos de cartas donde el despacho de abogados de turno acusa al destinatario de piratería y le da a elegir: o pagar entre 500 y 700 libras esterlinas (entre 600 y 800 euros) por cada infracción o enfrentarse a un pleito en los tribunales. Diversos bufetes, DigiProtect, radicado en Alemania, ACS:Law y Davenport Lyons en Reino Unido, emplean estas retorcidas tácticas, que ha sido calificadas de estafa por políticos británicos.
Lo malo es que muchos destinatarios de esas cartas son gente inocente. De hecho, parte de ellos son pensionistas que no tienen ni idea de qué eso del P2P. Estas firmas de abogados reconocen utilizar sistemas automáticos que se encargan de vigilar las redes de intercambio de ficheros para rastrear contenidos protegidos por copyright. Asimismo, el volumen de los envíos de reclamaciones es realmente elevado. Ya el año pasado, ACS:Law reconocía que estaba preparando 30.000 misivas.
Estos despachos de abogados se anuncian como especialistas en «ayudar a los titulares de derechos de propiedad intelectual a explotar y a hacer respetar sus derechos mundialmente». Y se jactan de la eficacia de sus métodos. Afirman trabajar con expertos forenses en tecnologías de la información, con firmas de abogados y organizaciones antipiratería. Además, destacan que la ventaja de su propuesta es que genera ingresos para aquellos que les contraten y reduce eficazmente las infracciones al copyright de una manera «medible y sostenible». Entre los contenidos que protegen estos leguleyos abundan las películas pornográficas.
Estas firmas suelen defenderse diciendo que no son ellos los que se quedan con el dinero recaudado, porque «descontando sus gastos«, el titular de la propiedad intelectual es el único gran beneficiario. Y esos gastos representan la mitad, según han desvelado recientemente a medios británicos responsables de DigiProtect.